En España, las festividades navideñas se viven de formas muy distintas según la región: en Andalucía los villancicos suenan a flamenco, en Galicia el marisco preside las mesas, y en el País Vasco, el txakoli acompaña banquetes generosos. Pero en Cataluña, hay una celebración que destaca entre todas: San Esteban, el 26 de diciembre. Aunque pueda parecer un simple día extra de descanso tras la euforia de Navidad, esta jornada tiene una identidad propia con siglos de historia.

San Esteban es sinónimo de familia, sobremesa y, sobre todo, canelones. Esta costumbre tan catalana nació de una mezcla perfecta entre pragmatismo y creatividad culinaria: el aprovechamiento de los restos de los banquetes de Nochebuena y Navidad. En este día, las familias catalanas transforman esos manjares en canelones rellenos de carne, bañados en una bechamel sedosa y horneados hasta alcanzar el equilibrio perfecto entre cremosidad y dorado crujiente. Pero, ¿cómo llegó esta receta italiana a convertirse en un símbolo de San Esteban? Vamos a hondar sobre la cuestión y descubrir cosas muy curiosas e interesantes sobre esta tradición.