Patatas fritas, pan tostado, un pollo frito estilo KFC con su dorada y crujiente costra... ¿has empezado a salivar? no eres el único. Seguro que alguna vez has sentido una atracción irresistible por ciertos alimentos y snacks crujientes y resulta que es bastante normal. Y es que, el placer que sentimos al morderlos tiene una explicación científica muy interesante que involucra nuestros sentidos y también nuestro cerebro.

¿Por qué el crujiente es tan atractivo?

El interés por las texturas en los alimentos se ha convertido en un tema de estudio en neurociencia y psicología. Existen diversas teorías que explican por qué el crujiente tiene un efecto único en nosotros. ¡Veamos qué sensaciones nos produce y por qué!