¡Salud!, ¡chin chin!, ¡por nosotros!, para dar la bienvenida al nuevo año, despedir al viejo... Durante las fechas navideñas, los brindis se suceden unos tras otros: con amigos, con familiares, en Tardebuena, Nochevieja, Navidad, ¡cualquier ocasión es buena!. Y, por supuesto, el brindis tiene que ser con cava, champagne, sidra o cualquier otro vino espumoso. Un espumoso de burbujas elegantes siempre da caché a ese momento especial. Pero, cuando la fiesta acaba y el cava sobra, ahí aparece el verdadero protagonista de este artículo: la cucharilla que colocamos en el cuello de la botella. ¿Por qué ocurre esto en la mayoría de los hogares españoles? Un misterio que vamos a resolver juntos y en el que argumentaremos si funciona o no.