Cocemos la pasta en abundante agua con sal, el tiempo indicado por el fabricante. Mientras, hacemos la salsa. Ponemos a pochar la cebolla cortada pequeñita con un chorrito de aceite y una pizca de sal. Añadimos si queremos el chili limpio y sin pepitas, muy picado. Si vamos a usar cayena en vez del chili preferar añadirla a la vez que el pollo, al final.
Cuando empiece a ablandarse la cebolla, añadimos el tomate también muy picado (y si queremos los champiñones) y salteamos un par de minutos. Añadimos por último el pollo en taquitos pequeños, otra pizca de sal, un poco de pimienta, salteamos hasta que se haga y reservamos.
En cuanto la pasta esté hecha, la escurrimos. En una sartén (la que habíamos usado para la salsa vale, si hemos retirado esta, o la propia olla de la pasta) ponemos la mantequilla, y en cuanto se derrita, añadimos los macarrones. Salteamos un minuto, con mucho cuidado de que no se peguen, que se queman enseguida.
Añadimos la salsa que teníamos reservada, mezclamos bien, e incorporamos una cucharada de philadelphia, o un poco más. Tarda un poco en disolverse, tenemos que ir dando vueltas para que se mezcle por todo hasta que estçe bien mezclado. Podemos añadir más queso si vemos que no queda bien repartirdo, pero con una cucharada grande o un poco más por persona debería ser suficiente.
El resultado es una pasta con una salsa cremosa pero suave, mucho más ligera que si usaramos nata, y que no se seca enseguida como pasa con otras, aunque hay que servirla inmediatamente en cualquier caso.