Trituramos nuestras galletas hasta dejarlas con una textura fina, como la harina. En un bol, combinamos las galletas, el azúcar y la mantequilla derretida, mezclamos hasta formar una masa compacta.
Colocamos nuestra masa sobre el molde desmoldable y presionamos uniformemente sobre el fondo del molde, hasta obtener una capa de unos 3 cm. Reservamos mientras en el frigorífico.
Ponemos en el bol de nuestra batidora el queso crema, el azúcar (o sirope de agave) y la harina, batimos a velocidad media durante unos dos minutos, seguidamente añadimos los huevos, uno a uno, batiendo después de cada adicción y mezclamos, a continuamos culminamos añadiendo la nata, el limón y la vainilla, y mezclamos nuevamente hasta conseguir que nos queden todos los ingredientes bien integrados, pero con cuidado de no batir en exceso, no queremos introducir aire en nuestra masa.
Vertimos la masa sobre nuestra base de galletas y la introducimos en el horno, previamente precalentado a 180º durante 15 minutos, transcurrido este tiempo, bajamos la temperatura a 120º grados y lo dejamos durante 1?5 horas más o hasta que esté firme (el centro de la tarta parecerá un poco húmeda, es normal).
Pasado este tiempo, la sacamos del horno y la dejamos enfriar. Conviene pasar un cuchillo alrededor de la tarta, ayudándola a soltarse del molde. Esto nos hará que desmolde luego mejor, pero sobretodo ayudará a evitar que la superficie se agriete. Una vez frío, lo refrigeramos durante al menos 6 horas, es mejor toda la noche, de un día para otro la tarta toma mayor firmeza y sabor.