Una vez transcurrido este tiempo, amasamos ligeramente y extendemos la masa lo más fina posible.
Por cierto, que las pizzas sean redondas es un mito. Rústica queda mejor, más casera.
Colocamos sobre ella el tomate y por encima de este la mozzarella. Despedazaremos el gongonzola y colocamos los trocitos aleatoriamente.
La idea feliz viene de pasar por la batidora el queso parmesano rallado, junto a las nueces y el aceite para conseguir la salsa de nueces. Colocaremos unas gotas también sobre la pizza. Junto al gorgonzola.
Y a hornear: Con el horno precalentado a 220º C introducimos la pizza. En este momento lo bajamos a 180º C.
Unos 15 minutos, pero mejor vigilar la textura de la masa.