Comenzamos decapitando y pelando los langostinos con especial cuidado que no quede rastro alguno de cáscara, caparazón o si nos ponemos en plan erudito, de exoesqueleto.
Seguidamente y con ayuda de una puntilla, les hacemos un corte a lo largo del lomo para quitarle esa especie de hilo negro, que no es otra cosa que el hilo intestinal, y que además de quedar feo, sabe mal.
A continuación, cogemos el melón y lo abrimos por la mitad. Le quitamos las pipas y con la ayuda de una cucharilla de semi-esfera, vamos descarnado el melón en plan excavadora hasta conseguir unas cuantas bolitas.
Retiramos el cazo del fuego, removemos bien, y con el caldo obtenido vamos rellenando dos flaneras de tamaño mediano hasta la mitad más o menos.Tened en cuenta que también podéis hacerlo al revés, es decir, colocar primero los ingredientes solidos y después añadirle la gelatina.
Lo ideal es que el material quede distribuido de forma estratégica para que a la hora de desmoldarlo, quede lo más heterogéneo posible.
Ponemos los moldes en flan en el frigorífico, y los dejamos solidificar entre las 4 y 5 horas. Para desmoldarlas sin que ellos no prueben muchas pérdidas, hay un truco que funciona a veces (otros(as) no) que consiste en sumergir parcialmente los moldes a flan apenas durante un segundo en un recipiente con un agua muy caliente.
Bueno. Pues ya tenemos la primera receta del año, que ha resultado ser bastante exótica y erótica. Exótica por el contraste dulce-salado, y erótica porque al ser transparente, se puede ver al melón y a la pimienta totalmente en bolas.