Los ingredientes se pueden variar en función de lo que se tenga a mano o en casa, claro está. Se ponen los puñados en un plato grande, sin mezclar las distintas clases de frutos, con los vasitos de moscatel, o con una botella o porrón para servirlo, si se prefiere.
Más sencillo imposible. He usado unos deliciosos almendrucos de mi vecino. Su almendro está cerca de la valla de separación y tiene un par de enormes ramas asomadas a nuestro jardín. La cosecha este año ha sido exageradísima, la mayor en los nueve años que llevamos en esta casa.
Tengo un disgusto por tener que comerme tal cantidad de deliciosos almendrucos hiperecológicos y meganaturales...
Si se es muy vicioso se pueden hacer unas tulipas, por ejemplo, y servir los frutos secos dentro, rociándolos con miel u otra cosa igualmente rica que se os ocurra: sirope de arce, crema inglesa... hay más de una posibilidad, sin duda.
Aunque cuando la materia prima es buena, no es necesaria mucha elaboración. Si tenéis la oportunidad de tomar este postre un domingo, en una terracita bajo un tibio sol de otoño... probadlo.