Lo primero, preparamos el relleno, mezclando la miel con la sobrasada hasta que sea una pomada manejable, (parece mentira como cambia la textura en cuanto lo mezclamos un buen rato)
A continuación, ponemos en el centro de cada oblea una porción más bien pequeña de la mezcla y cerramos las empanadillas. Podéis hacerlo de tres maneras, poniendo otra oblea encima, y quedarán tipo ovni; doblándolas por la mitad al estilo tradicional y os quedarán como medias lunas; o doblando cada empanadilla con tres lados y quedarán como las samosas, de forma triangular como podéis ver en la foto siguiente?
Una vez listas, las colocamos sobre la placa de horno con un silpat debajo (o un papel de horno) y las barnizamos con huevo batido. Espolvoreamos con unas semillas de sésamo o de amapola y las metemos al horno a 170º, vigilando ya que se hacen enseguida.
Al hornearse, la sobrasada sudará toda su grasa, impregnando de color las empanadillas. Luego las escurrimos sobre papel absorbente y ya estarán listas para comer. Frías están buenísimas, y a temperatura ambiente también, no hace falta recalentarlas. Además como sudan toda la grasa, no os imagináis lo ligeras que quedan.
Normalmente, estas empanadillas son lo primero que desaparece en las reuniones que hacemos en casa, por lo que sé que gustan siempre. Por eso, las llevaré al próximo encuentro Tapas & Blogs, que en esta ocasión va de Picnic.