La taza de rúcula y pesto va bien apretadita en la taza.
Poner todos los ingredientes en el robot de cocina...
... y triturar bien hasta que todo esté bien mezclado. La textura de la salsa dependerá de tus gustos.
A mi me gusta con los ingredientes un poco enteros, que esté crujiente al morder.
Si haces pasta con esta salsa recuerda reservar agua de cocer la pasta para ligar un poco la salsa y dejarla más cremosa. Yo esta vez no lo hice porque quería ver realmente la textura de la salsa al mezclarla con la pasta.
En principio pensé llamar "pesto" a la salsa pero como en realidad no lleva los ingredientes típicos del pesto opté por llamarle "salsa". La receta original no lleva ni parmesano ni aceite pero yo le eché un chorrito pequeño de aceite de oliva. Esta salsa sirve para todo: para untar sobre un bocadillo, un sándwich, unas patatas hervidas, pizza...y con pasta como he hecho hoy.
Puedes conservar esta salsa en un frasco hermético en la nevera durante 4 o 5 días, pero yo recomendaría consumirla rápido para que la hierbas conserven "su frescura" y sabor.