Este bizcocho se hace sin levadura. Para que coja volumen y aire lo hacemos como en una especie de baño María y realmente la técnica funciona y queda fenomenal. Ponemos una cazuela lo suficientemente grande como para que quepa el bol donde batamos los huevos, con agua a calentar. Cuando este a punto de romper a hervir lo retiramos del fuego.
Ponemos en un bol grande los huevos y el azucar e introducimos el bol en la cazuela ya fuera del fuego pero con el agua calentita. Empezamos a batir con las varillas eléctricas inmediatamente para que no cuajen los huevos. Hay que batir por lo menos 8-10 minutos y vereis que los huevos triplican de tamaño y se quedan muy esponjosos y espumosos por efecto del calor.
Sacamos el bol del la cazuela y añadimos la harina tamizada en fina lluvia poco a poco y removiendo con un tenedor (sin varillas eléctricas ni manuales) en suaves movimientos envolventes hasta mezclarla bien. Agregamos la ralladura de limón. Engrasamos un molde con mantequilla y harina y lo ponemos en el horno precalentado a 170º durante 20 minutos aproximadamente. Se hace muy rápido. Desmoldamos en cuanto que podamos y enfriamos sobre una rejilla
De víspera, en la olla a presión ponemos agua y metemos el bote de leche condensada cerrado. Lo dejamos cocinar 50-60 minutos. Enfriar y conservar en la nevera hasta su utilización. Cortamos el bizcocho por la mitad con un cuchillo de sierra y rellenamos generosamente con el dulce de leche. Decoramos con azúcar glass y cacao en polvo.