El primer consejo que os doy para conseguir una bechamel perfecta y sin grumos es que utilicéis un recipiente amplio, ya sea una cazuela o una sartén.
Hay quien mide las cantidades para hacer una bechamel, yo no las mido, yo lo hago a ojo. Yo lo que hago es añadir 2 cucharadas generosas de mantequilla y otras 2 cucharadas de harina. Añadimos primero la mantequilla, y otro consejo que os doy es que no pongáis el fuego demasiado alto, a fuego medio es suficiente. Dejamos que se derrita la mantequilla, hay quien prefiere usar aceite de oliva en lugar de mantequilla, yo prefiero con mantequilla, pero eso depende de cada uno.
Otro consejo es que utilicéis unas varillas, no utilicéis ni cucharas de madera ni lenguas ni nada, lo mejor es utilizar unas varillas. Ahora que tenemos la mantequilla derretida, vamos a añadir la harina, importante cocinar la harina para que la bechamel no nos sepa a harina. Yo suelo cocinar la harina mínimo un minuto.
¿Cúantas veces habéis oido decir que para que no os salgan grumos hay que calentar la leche? Pues yo os digo que eso es mentira, yo añado la leche bien a temperatura ambiente o bien fría de la nevera. Añado un buen chorro de leche y a fuego medio voy removiendo sin parar. Y cuando veo que empieza a espesar pues le añado otro chorrito de leche y seguimos removiendo. Le añadimos sal al gusto y si se quiere también se le puede añadir un poco de pimienta, o un poco de nuez moscada o un poco de queso rallado, lo que queráis. El espesor de la bechamel dependerá de para que queramos la bechamel, si es para unas croquetas pues hará falta una bechamel más espesa, en cambio si por ejemplo, es para gratinar una coliflor pues nos servirá con una bechamel más ligera.
Y al cabo de unos pocos minutos, ya tenemos prácticamente hecha la bechamel. Y como podéis ver, nos ha quedado una bechamel lisa y sin ningún grumo.