Un sabor diferente a las tradicionales españolas. El otro día estuve en Ikea y me dieron a probar las albóndigas suecas, me supieron a albóndigas de lata. No me gustaron nada, pero pensé que habría otro modo de hacerlas y que estuvieran más ricas. En efecto, esta receta es estupenda. Con un sabor muy diferente a las tradicionales españolas, o eso creo yo.
Calentar aceite en una sartén y sofreír la cebolla hasta que esté blanda. Añadir el ajo y sofreír unos minutos. Quitar del fuego y dejar que se enfríe.
Poner en un bol todos los ingredientes de las albóndigas, incluyendo la cebolla y el ajo (ya frios).
Hacer albóndigas del tamaño de una nuez. En la receta dice que tendrían que salir como unas 24 de un peso de 40 gr. cada una. A mi me salieron más, pero vamos, cada cual que las haga del tamaño que quiera.
Las albóndigas se puede freir o hacer en el horno a 200º durante 20 minutos (10 minutos primero y luego se dan la vuelta y se deja otros 10 min.)
Para la salsa:
Derretir la mantequilla en una olla lo sufientemente grande para que te quepan todas las albóndigas. Añadir la harina y dar vueltas para tostarla y que no tenga sabor a crudo y formar un "roux". Cuanto más tuestes la harina más oscura saldrá la salsa. Yo la tosté poco.
Añadir el vino y con unas varillas mezclar enérgicamente hasta que se emulsione, luego ir añadiendo gradualmente el caldo de carne, mezclando muy bien cada vez para evitar grumos y que se vaya espesando la salsa.
Añadir la nata y la mermelada y mezclar bien. Salpimentar la salsa y espolvorear con eneldo fresco picado.
Añadir las albóndigas fritas u horneadas y dejar cocer durante 10 minutos para que se mezclen los sabores.
Claro que sí, la primera vez que hago una receta la hago siguiendo la original y luego ya hago mis cambios.