Una vez cortado en conejo en trozos, lo adobamos con ajo, sal y perejil y lo bañamos con un poquito de aceite de oliva. Lo dejamos en la nevera toda la noche bien cubierto.
Al día siguiente, pasamos los trozos de carne por harina, sacudimos el exceso y los vamos dorando en una sarten con 2 cucharadas de aceite. Una vez bien dorados todos los trozos, los pasamos a una cacerola. En una sartén doramos la cebolla picada y se la ponemos por encima del conejo.
Cubrimos con el vino blanco y un vasito de agua y dejamos que cueza durante unos 35 minutos. El tiempo dependerá del tamaño de las piezas y de la calidad del conejo.
Cuando ya esté blandito y la salsa se haya consumido casi toda, le añadimos la salsa de tomate y lo dejamos unos 5 minutos más.
Lo servimos sobre una cama de arroz blanco y espolvoreado con abundante perejil. En este caso utilicé arroz basmati, pues me gusta mucho su sabor y además se lleva muy bien con el conejo.