Preparación de la masa: En un bol ponemos la harina de fuerza, la levadura, el agua y el aceite, en este orden. Mezclamos bien con una espátula y empezamos a trabajarla un poco hasta que quede una masa bien uniforme y no muy pegajosa. Hacemos una bola y la dejamos en el bol, tapado con un trapo de cocina en un lugar cálido un mínimo de 30 minutos.
Normalmente con este tiempo ya os puede quedar una buena masa de pizza, pero yo os recomiendo que la dejéis reposar como mínimo 1 hora. Estará mucho más esponjosa y se podrá trabajar con más facilidad. Cuando nos decidamos a estirarla, ponemos la masa encima de una superficie silpat, es ideal para la pizza, evitas que se rompa y se estira muy bien. Trabajamos hasta el grosor deseado y colocamos una lámina de papel de horno encima de la masa.
Apretamos bien y giramos 180 º, quedando la silpat arriba. Empezamos a retirar la silpat de la masa de pizza con mucho cuidado, ayudando a la masa a reposar sobre el papel de hornear. Una vez tenemos nuestra masa transferida al papel, la colocamos en una bandeja para pizza. Siempre usar unas de l circular con pequeños agujeros en la base. Dejan que transpire la pizza y queda muy crujiente.
Preparación de la pizza: Cortamos la mozzarela de búfala en pequeñas rodajas que vamos colocando en la base de la pizza. A continuación añadimos la mozzarela rallada. Que cubra toda la superficie. No pecareis nunca de exceso. La metemos en el horno aproximadamente 10-15-20 minutos. Depende mucho del grosor de la masa.
Sacamos la pizza del horno y empezamos con los ingredientes secos. Colocamos una buena cantidad de rúcula bien esparcida por toda la pizza. A continuación añadimos una tiras de jamón serrano y para finalizar rallamos una virutas de parma en la cima. Si os gusta el toque picante, añadimos un poco de aceite de guindilla y especias.