Disolver la levadura en agua con una pizca de azúcar, formar un volcán con la harina y amasar hasta obtener una masa blandita y lisa. Dejar reposar en lugar templado y sin corrientes hasta que haya doblado su tamaño.
En un bol grande, batir el huevo con el azúcar, la vainilla, la miel y la manteca fundida. Añadir la harina con la sal, amasar ligeramente y unir la masa madre ya levada. Amasar otro poco y añadir la margarina en trocitos. Seguir amasando hasta que quede una masa lisa, blandita y suave.
Dejar que crezca y pasado un tiempo, entre 2 o 4 horas, romper la masa con un puño y amasar durante un minuto. Dejar reposar de nuevo, unas 3 o 4 horas.
Dividir la masa en 4 porciones, extender cada porción como si se fuese a hacer una minipizza y después enrollar desde los bordes hasta el centro, sellando bien para que queden en forma de bola. Así crece mejor.
Colocar en una bandeja de horno con papel vegetal, separándolas bastante unas de otras y dejar levar, mejor toda la noche.
Precalentar el horno a 180º, pulverizar con agua y hornear 15-18 minutos. Dejar enfriar y rellenar. Espolvorear con azúcar glasé.
Calentar la leche con la canela y las cortezas. Mientras esperamos a que hierva, en un bol, batimos los huevos con el azúcar, cuando hayan blanqueado, añadir la maizena.Colar la leche hirviendo encima de la mezcla, volver al cazo y a fuego bajo, remover sin parar hasta que espese.