Consejos para conseguir las magdalenas caseras perfectas

Mise en place: Prepara todos los ingredientes con antelación, es lo que en cocina se conoce como mise en place. Así, tendrás pesados y a mano todos los ingredientes que vayamos a utilizar en la elaboración, y podremos trabajar sin interrupción.

Ingredientes atempereados: Es importante que los ingredientes que vayamos a utilizar no estén fríos. Sácalos de la nevera y déjalos reposar, al menos media hora antes, para que a la hora de utilizarlos estén a temperatura ambiente. Con este medida evitarás los contraste térmicos que pueden estropear la masa y arruinar nuestra elaboración.

Materia prima de calidad: En cualquier receta, pero especialmente en las que tienen pocos ingredientes, la calidad de los ingredientes será más evidente y de ellos dependerá un resultado notable. Procura que los huevos sean frescos, si usas aceite de oliva que sea virgen extra; si las vas a aromatizar al limón, por ejemplo, opta por la ralladura de un limón natural, etc. Esto hará que nuestras magdalenas queden mucho más sabrosas.

Pesa bien los ingredientes: En las elaboraciones saladas, el margen que tenemos para la improvisación es mayor; pero, en las recetas reposteras hemos de ser especialmente escrupulosos en este sentido. Asegúrate de pesar correctamente todos los ingredientes.

La grasa a utilizar: las más tradicionales se hacen con aceite, puedes optar por el de girasol para un sabor más neutro o bien por el aceite de oliva virgen extra para un sabor más intenso. Otra opción, menos popular, es usar mantequilla.

Una vez tenemos los ingredientes preparados toca ponerse con las manos en la masa.

Uno de los secretos para que nos queden unas magdalenas esponjosas lo encontramos a la hora de batir la masa, tendremos que procurar meterle mucho aire.

Sin pausa: Comenzaremos batiendo concienzudamente los huevos con el azúcar, a este proceso se le llama blanquear. Conviene batir mucho y a gran velocidad; es por eso que, recomendamos el uso de varillas eléctricas (aunque no son imprescindibles). Una vez que la mezcla haya triplicado su volumen añade los ingredientes líquidos (aceite y leche) hazlo al hilo y sin dejar de batir a velocidad alta. Por último, baja la velocidad de las varillas y añade los elementos secos tamizados.

Sin prisa: Una vez la masa esté lista, toca esperar. Tapa el bol con un papel film o con un trapo. Así evitaremos que la masa tome olores extraños o que se cree una costra seca en la capa superior. Métela en la nevera un mínimo de una hora máxmo un día.

Al molde: Como la masa es bastante líquida recomendamos, además del uso de los característicos moldes de papel meterlos, a su vez, en unos rígidos para evitar que las magdalenas se deformen. Al rellenar los moldes nunca los llenes hasta los bordes o no tendrán espacio para crecer y no nos quedarán bonitas.

Una de las cosas más apetecibles a la hora de comerse una magdalena es su copete azucarado. Añade el azúcar por encima justo antes de hornear así se creará una costra.

Precalienta el horno: Que el horno haya alcanzado la temperatura indicada antes de meter nuestra bandeja de horno es fundamental. Es ese contraste, ese golpe de masa fría y calor del horno lo que hará que suban correctamente.

Asegúrate de que no hay ninguna bandeja extra e innecesaria dentro del horno. Introduce la bandeja de tus magdalenas en la parte central. Es mejor usar la opción de calor ventilador así, el calor se distribuirá de forma más homogénea y permitirá un horneado más regular. Pero en su defecto puedes usar calor arriba y abajo.

No abras la puerta del horno: Sabemos que es difícil resistirse a la tentación de abrir la puerta del horno y ver cómo están subiendo nuestra bonitas magdalenas pero no lo hagas hasta que se acerque el tiempo final. De otro modo la levadura no hará su trabajo y no te subirán.

Una vez estén listas nuestras magdalenas, deja enfriar antes de desmoldar. Deja reposar sobre una rejilla para que se terminen de enfriar.