Un sabor tenuemente agridulce se aflora en el paladar , que junto a la untuosidad del queso mozzarella hace que se imagina degustar un postre, el contraste que se recibe con el panko crujiente y vaporoso.Sencillamente un entrante magnífico que no se puede dejar de probar.
Cortar el tomate en finas rodajas de pares, esto es de dos en dos dejándolas ligadas por un lado para que no se desarmen al freírlas.
Cortar la mozarella y rellenar las rodajas de tomates, evitar que el queso se asome, reservar.
Batir brevemente los huevos y salpiméntarlos.Si los tomates están muy secos por el hecho de ser verdes, humedecerlos con un poco de agua para comenzar a empanar.
Pasar los tomates por la harina, luego por el huevo batido y finalmente por el panko.
Procurar que todas las caras queden completamente cubiertas y resérvarlos unos minutos antes de freírlos, así el panko se adherirá mejor y no se despegará al momento de echarlos al aceite.
Freir las rodajas en abundante aceite caliente, retírarlos y resérvarlos sobre papel secante por unos momentos, servir calientes acompañados por una salsa.