Para mí, las quichés (o tartas saladas) son una solución muy socorrida. Muchas veces te encuentras con la mente en blanco y como que no se te ocurre nada para hacer de comer, otras veces tienes que pensar què puedes llevarte en un tupper para comer a la oficina. En esas ocasiones, suelo recurrir a este tipo de recetas. Con una ensalada acompañando, y poco más, tienes solucionado el almuerzo de una manera sana y sin trabajar demasiado.
Le ponemos un poco de mantequilla al molde y colocamos la masa quebrada ajustándola al borde. Pinchamos ligeramente todo el fondo con la punta de un tenedor, sin traspasar, para evitar que la masa suba.
Pochamos en una sartén la cebolla y el jengibre bien picados.
Cortamos los calabacines en láminas muy finitas y los echamos a la sartén. Añadimos el jamón. Lo rehogamos todo un rato hasta ver que los calabacines están un poco transparentes. Salpimentamos y añadimos el comino. El calabacín suelta mucha agua, así que yo pasé el contenido de la sartén a un colador y luego lo volqué todo en el molde de quiché.
Batimos los huevos, la nata y el queso. Salpimentamos y lo echamos en el molde. Ponemos unos pegotitos pequeños de mantequilla por encima.
Horneamos a 200º durante 30 minutos. Los primeros 15 minutos, con calor solo abajo. Los siguientes 15 minutos restantes con calor arriba y abajo, para que salga doradita.
Comentarios de los miembros:
Excelente receta,facil y buena