Lo primero, tenemos que desgranar la granada. Lo más sencillo es cortarla por la mitad y golpear la parte de la cáscara con una cuchara, por lo que caerán los granos bien jugosos, sin caer los amargos pellejos amarillos de esta fruta estupenda.
Abrimos los solomillos para después poder enrollarlos después, una vez estén rellenos. Colocamos una hilera de granos de granada y enrollamos el solomillo, recomponiendo su forma original. Lo aseguramos con unos palillos de madera y lo marcamos a fuego muy fuerte en la plancha, para sellar bien la carne.
Una vez dorados, cortamos cada solomillo en tres piezas, dando los cortes un poco oblícuos, y los reservamos. Mientras en una sartén hacemos un sofrito con la cebolla el tomate y el pimiento, todo picado bien pequeño, y cuando esté bien pochado, colocamos los trozos de carne que hemos cortado y reservado y añadimos el vino, dejando que evapore el alcohol.
Entonces, ligamos un poco la salsa añadiendo un chorreón de leche, y lo llevamos a ebullición un par de minutos. Damos la vuelta a las piezas de carne y tras otro par de minutos por el otro lado, lo retiramos del fuego. Al emplatar, colocamos dos porciones en cada plato, un poco de salsa y espolvoreamos con algunos granos de granada que habremos reservado.