Es una receta bien sencilla. Solo necesitamos un solomillo de cerdo, y buen zumo de naranja, lo demás casi lo tenemos en casa por defecto. Es un contraste muy interesante.
Cortamos los solomillos de un dedo de grosor y los reservamos.
Vamos a lepar una naranja, evitando tomar la piel blanca, solo cáscara, y la usaremos para hacer la salsa. Por otra parte prepararemos un zumo de naranja de dos piezas si no son muy grandes. En un dedo de agua tendremos desleída una cucharadita colmada de maicena.
Ponemos el fuego fuerte con dos cucharadas de aceite y cuando caliente, colocamos el solomillo. 1 minuto o poco más por cada lado. Por el centro ha de quedar jugoso y rosado. Al darle la vuelta le pondremos sal y pimienta.
Cuando esté dorado por las dos caras, apartamos y reservamos.
En esa misma sartén vamos a poner un poco más de aceite, la piel de la naranja, los clavos y la canela, con los dos dientes de ajos machacados. Bajaremos la candela a fuego medio.
Cuando los ajos empiecen a dar su olor, apartaremos del fuego y añadiremos el vino y el licor, dejando reducir 1/2 minuto. Removeremos el fondo con una espátula de madera para obtener el socarrado de la carne y añadiremos el zumo de naranja y la maicena con el agua.
Rectificaremos de sal y pimienta y luego dejaremos reducir hasta que tenga ese aspecto meloso. Entonces pondremos la mantequilla para que adquiera un tono brillante.
Colocamos en el plato los solomillos y por encima rociamos con esta salsa, que acompañados de unas buenas patatas fritas, es una delicia.