Se vierte en un cazo la leche y el agua, se le agrega una pizca de sal y se pone al fuego. Cuando comience a coger temperatura se espolvorea la harina de maíz al tiempo que se revuelve constantemente durante unos minutos una vez haya espesado lo suficiente, retiramos y agregamos un chorrito de aceite de oliva virgen extra. Queremos una polenta con punto de espesor similar a unas natillas, así que si fuese necesario, echaríamos más agua para conseguir este punto. Dejamos el cazo tapado para que mantenga el calor mientras preparamos el resto del plato.