Añadimos en un bol la harina, aceite de oliva y el agua. Amasamos durante un par de minutos e incorporamos la sal y azúcar invertido.
Por último la masa madre y volvemos a amasar de nuevo durante otros 7 minutos aproximadamente hasta que la masa quede muy suave, debe de quedar muy blanda pero no pegajosa, si es necesario, se le añade algo más de harina.
Formamos una bola, introducimos en un bol y tapamos con un film. Dejamos reposar dentro del frigorífico unas 12 horas.
Sacamos del frigorífico y cortamos en piezas la masa, de unos 100 gramos o del tamaño que nos guste. Vamos colocando en una bandeja enharinada y dejamos fermentar durante otras 6 horas.
Sacamos y dejamos fuera del frigorífico una horas antes, mientras tanto vamos precalentando el horno a 230 grados con un recipiente con agua para generar vapor.
Horneamos a 190 grados durante unos 15 minutos aproximadamente, al principio podemos rociar con agua por encima de los molletes.
Sacamos y dejamos enfriar encima de una rejilla antes de consumir.