1) Dorar el puerro picado en una sartén con un poco de aceite de oliva.
Añadir los rebozuelos partidos en trozos grandes, y dejar que se hagan pero no demasido.
Añadir la cucharada de harina, remover, y añadir la leche. Cuando la salsa haya espesado al gusto la retiramos del fuego y la reservamos.
2) No quiero ser insistente, pero la elección de la harina es fundamental para el éxito de la pasta fresca. La harina normal del super no vale, la pasta hecha con harina normal absorbe demasiada agua y engorda un montón al cocerla, de manera que aunque trates de hacer tagliatelle finitos al final el resultado es basto. Lo mejor es usar harina italiana 00 o sémola de trigo duro o una mezcla de ambas.
Se amasan bien los ingredientes, se deja reposar hora y media, se vuelve a amasar, y o bien se usa en el momento o bien se congela. No debe quedar ni pegajosa ni muy dura, tiene que ser elástica. A partir de aquí hay dos opciones: rodillo o máquina de pasta.
Para estirarla con la máquina, se coge un trozo de masa, no muy grande, se aplasta dejándolo con forma alargada, y se pasa primero por la posición cero de los rodillos un par de veces, y luego sucesivamente por el resto hasta dejarlo con el grosor que uno quiera.
Se cuecen cuanto antes, un par de minutos, en agua salada, y se sirven inmediatamente, con la salsa de rebozuelos por encima.